domingo, 6 de febrero de 2011

92 - El Peñón

Con las últimas luces del sábado llegamos a “El Peñón”, tras la cena en la hostería dimos un paseo por el pueblo, bajo un cielo blanco de estrellas y entre el ladrido de los perros que desconocían a los visitantes. Con un sueño reparador nos levantamos a desayunar.

Cena y desayuno en la hostería “La Pómez”

Después de un recorrido de 25 km, pasando cerca del volcán Carachi Pampa, llegamos a una planicie cercana al campo de piedra pómez donde hicimos la base para dejar las camionetas y bajar los cuatriciclos. Creamos un “waypoint” en el GPS para tener una referencia para volver a ella en caso de extraviarnos. Muchas personas se perdieron en este campo porque una vez dentro de las formaciones es imposible saber donde se está, es como andar por las calles sin nombre y sin número de una ciudad de 25 km de largo por 5 de ancho.

El grupo en la “base” y primer encuentro con la piedra pómez

En la parte superior de la foto anterior, de izquierda a derecha: Nélida Pereyra, Noralí Sierralta, Edgardo Niz y su esposa Teresa, Ramón Ángel Rojas, Julio Sierralta y Manuel Moreno. Como en esta aventura íbamos sin guía, paramos una camioneta que volvía y alguien nos indicó que entráramos al campo mucho antes de donde debiéramos haberlo hecho.

Camino marcado por el GPS

El trazo azul es el camino de 25 km desde El Peñón hasta el campo de piedra pómez, pasando cerca del volcán Carachi Pampa, el rojo es el circuito hecho dentro del campo y donde sacamos las fotos que se muestran, el camino que termina en Las Papas (Tinogasta) recorre el borde izquierdo del campo de 22 km como mide la regla (amarillo). Está claro que de no habernos dicho que entrásemos por ahí, hubiéramos conocido una zona mucho más extensa que luego nos enteramos tiene “edificios” de piedra más grandes que los mostrados.

Arriba una “avenida” en la ciudad de piedra y los 6 cuatriciclos

Preparándonos para la filmación
Ver video de la excursión en cuatriciclos en:

Avanza la caravana

Un malentendido gracioso se produjo cuando el guía de la camioneta dijo a uno de nuestro grupo que no entrásemos al campo con los cuatriciclos porque los destruiríamos. Por tener el GPS y ser el más veterano llevaba el cencerro, advertí entonces a los demás que tuviéramos muchas precauciones cuando salgamos de las calles de arena negra porque quizás, escondidas en la roca blanca, pudiera haber alguna piedra muy aguda que dañara los neumáticos.


Un alto en el camino

Haciendo un alto en el camino, sale la conversación de que no había podido ver dónde estaba el peligro que señaló el guía, cuando Ramón Ángel me dice que entendí mal la advertencia, que se refería a que el entrar en cuatriciclos dañaríamos el medio ambiente, no los cuatriciclos. Especulamos después que quizás a los guías no les convenga que los turistas vayan en estos versátiles vehículos ya que pueden recorrer el área en poco tiempo sin necesidad de ellos y una muestra estaba ya a la vista al hacernos equivocar la entrada.

Arriba: formaciones bajas, abajo: de regreso a la base

Un verdadero encuentro con la naturaleza en el estado más puro se iba terminando, la sensación de haber estado en otro mundo, como lo definen todos los turistas que pasaron por esta recóndita geografía catamarqueña, dejaba la tranquilidad de haber conseguido el objetivo de llegar, pero a la vez se insinuaba en nuestros espíritus el vacío que nos llamará una y otra vez a volver, a completar la tarea de recorrer todo el campo, para ver todos sus misterios y todas las obras del Gran Arquitecto Creador.

Formas caprichosas de piedra pómez

Con estas últimas imágenes y pasando por unas enormes dunas, volvimos a la base y desde ahí a la hostería para continuar a la tarde con una nueva aventura a Laguna Grande.



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