domingo, 21 de octubre de 2007

2 - Del truco al debate

La que contará este blog es la historia, debates y anécdotas de una barra que se formó en 1970, pero no fue la única ni habrá juicios de valor comparativos ya que solo conocimos las de las décadas anteriores, veamos los precursores.


Varios de los veteranos de “La Barra”, habían pasado una parte importante de sus vidas en el hotel de Tito García donde se realizaban famosos y muy conversados sextetos de truco, personajes como: Pepe Canónico, Emilio Pietroboni, Flores Fernández, Humberto Cuello, Rolando Alarcón, Suárez Burgo, Chacho Tello, y algunos memoriosos observadores como don Pedro Olmos (el único de los nombrados que aún es un cotidiano integrante de “La Barra”) éstos y muchos más que no recuerdo sus verdaderos nombres, hacían de estos encuentros una fiesta continuada, expresión de una forma de vida despreocupada que sería la envidia de cualquier habitante de las ciudades de nuestro tiempo. Habiendo fallecido don Tito García, el hotel cerró y ese grupo quedó disperso.


Por otra parte con la ida definitiva al Líbano en 1970 del inefable y gran amigo Omar Harb (hoy en Sonora, Méjico, con quien mantenemos en la actualidad largas y divertidísimas conversaciones por medio del videófono), finalizaba para siempre una etapa de juventud poblada de anécdotas que más bien no contarlas; al menos antes de pedirle perdón a Dios con auténtico arrepentimiento, por tantas picardías hechas que merecería un blog aparte y centenares de hojas para narrar las increíbles cosas que nos sucedieron.


Había un elemento de fondo que quizás no se comprendió bien al principio y que explica la simbiosis de estas dos grupos uno de veteranos y otro de jóvenes: algunos veteranos tenían bastante lectura, no quizás como en la ciudad, pero en Tinogasta existió la tradición de la lectura, hubo y hay familias con importantes bibliotecas.


Quien escribe, pese a su juventud, recién llegaba de pasar 6 años en la ciudad de Mendoza donde aparte de sus estudios de ingeniería, solía participar de varios grupos en calurosas discusiones de temas filosóficos, políticos y científicos.


Pero lo bueno estaba por llegar, corría el año 1973 y tras el retorno a la democracia se produjo un importante cambio en la barra: El Dr. Hugo Mott asumió la gobernación de la provincia y como tenía una empresa de salud: el Sanatorio “San Roque” , trajo de Córdoba a un médico para que lo reemplace. Así llega una de las principales figuras al seno de la barra: el Dr. Jean Claude Samedy de lengua materna el francés, no era fácil entender claramente lo que decía sobre todo por lo poco habituado de nuestros oídos al idioma de Napoleón.


Este médico de origen Haitiano, traía una importante formación intelectual, era además de médico: sociólogo y tenía un amplísimo conocimiento de la historia universal. Había estudiado en colegios religiosos donde aprendió griego y latín de gran utilidad para la comprensión etimológica de los términos.


Con estas piezas en el tablero comienza una etapa de renovación conceptual que lleva, no sin trabajo a abandonar los esquemas mentales arcaicos en los que veíamos transcurrir los días como meros espectadores a pasar en breve tiempo a asumir papeles protagónicos que derivaron en importantes transformaciones para el departamento de Tinogasta.


Un primer efecto


Si bien cada individuo tiene sus realizaciones personales, en el caso de “la barra” los hechos se confunden de tal manera que no se puede negar la influencia del grupo.

Corría el año 1974 y habiendo comenzado a declinar el precio de las uvas, Humberto Orquera, Armando Agüero y César Cuello Roca forman una comisión en representación de los viñateros para defender el precio de las uvas en contra de las bodegas basándonos en la amistad que teníamos con el gobernador Mott; éste obliga a las bodegas a mejorar las condiciones de compra pero no la cumplieron y terminaron sus representantes presos.

Ofendidísimos los bodegueros con esta afrenta deciden expulsarnos de las bodegas a los tres: o sea no nos recibirían las uvas a días de la cosecha.

César Cuello, que en ese momento producía con su sociedad familiar cerca de un millón de kg de uva tuvo que extenderlas para pasas sin contar con canchones adecuados; por esta razón con el primer viento zonda la producción quedó tapada por la arena.

Sin haberes a cobrar y sin acceso al crédito, sin existir en el país maquinarias capaces de elaborar pasas en tales condiciones, no tuvo más remedio que fabricarlas el mismo a base de ingenio, dando lugar en pocos años al nacimiento de una nueva y moderna industria basada en tecnologías vibratorias y fluido dinámicas que llevaron las pasas de uva de Tinogasta desde un desprestigio crónico que tenían a ocupar el primer nivel de calidad del país.

Queda demostrado con este ejemplo, siempre atendiendo a la cronología de los acontecimientos, el vínculo existente entre los miembros del grupo y los hechos a que dieron lugar.

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